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Mostrando entradas de 2017

Leda y el cisne. Pliegos del Condestable.

Pliegos del Condestable . El  zoólogo Miranda de San Pedro escribe unas liras en admiración tanto de la poesía renacentista como del ave cisne que en mucho admiraba. (1578? ) La fecha está borrada por una mancha de humedad. Por el lenguaje utilizado y la influencia de san Juan en las liras de San Pedro, parece ser que pertenecen a esta fecha, al residir el carmelita en Jaén, pudiendo haber entrado en conocimiento con nuestro zoólogo-poeta que estudiaba la fauna de unos humedales cercanos. El cisne tuerce el cuello buscando, de la mujer, el ardiente sexo, muestra su bello cuerpo, que aún caliente, espera del aire, mentira hiriente. Casi en piedra, de furia, ella se acuesta así en breve lecho de la pasión, espuria, para el cuerpo maltrecho, y de un cisne gozar a su despecho. Del placer, su lamento, engendrados de un golpe desmedido, el dolor del tormento, de la angustia ha ya huido y el amor era largo cometido. Cansar ninfas sabía, fuera primero el cisne bestia
Reflexiones sobre un cuadro de Edward Hopper. Habitación en Nueva York. 1932. Sheldon Museum of Art. Nebraska El cuadro surge de la luz eléctrica. Pocos cuadros como este, donde toda la escena está anclada a la luz artificial. De hecho, la luz es la protagonista, si la luz se apagase, no habría cuadro, no existiría. Hopper procede como Caravaggio, señala solo las partes que quiere destacar. Hopper nos ofrece un  plano medio casi hiriente en su sorprendente atonía, la insulsez humana. Dicen que Caravaggio hacía posar a los figurantes durante jornadas interminables, escondidos estos en las partes más recónditas de la casa y tapaba toda la luz de las ventanas, solo descorriendo la luz cenital que más le interesaba, esa que creaba el chiaroscuro y se desparramaba sobre los músculos, los miembros, los cuerpos en incómodas posiciones. Hopper depura su manera de proceder, acorta el foco de interés: va desmigando toda la composición hasta ofrecernos la imagen, el fotograma de una pel

Postales desde sitios donde estuve. Lisboa. 1997.

Lisboa. Alguien grita mi nombre en la estación de tren. Alguien se dirige a mí sin conocerme. Una mujer despeinada, con la cara cansada y el cuerpo doblado por la fatiga, me increpa, me dice que la siga; yo lo hago sin preguntar nada. La sigo por las calles miserables, por los adoquines fragmentados por la luz blanquísima que ilumina la enorme tarde de Lisboa, esa es su redención, la luz. Ando por calles que desconozco pero que ya había visto en otros libros, calles que me son familiares, quizá porque las une la tristeza del abandono y se parecen a las calles de Madrid, o de un París lejano, o de una capital de colonias alejada de Europa, no sé, yo había estado aquí antes. La mujer me lleva a un edificio cochambroso, por mi aspecto no me podía llevar a otro lugar, la fachada muestra el cansancio de la ropa sucia, una antigua oportunidad de parecer nueva, las sábanas, las colchas, los trapos, la ropa interior raída pero pulcra, la honradez de la clase baja se muestra bien ordenada e

Postales desde sitios donde estuve. París.

París. 1998. Cuando llegué a París los soldados me dieron la bienvenida. Las metralletas brillantes señalando al cielo. La Estación de Austerlitz pulcra y distante se repetía a sí misma como en una película de espías, ¿quién perseguía a quién? Afuera todo era gris, gente fría que no te mira a la cara, nosotros, mendigos del lujo para visitar los barrios ricos de París, porque pensamos que la ciudad era eso, pero París no existe, la suciedad se esconde bajo la alfombra pulcra de ciudad fotografiable debajo de las postales, París habla un francés correctísimo y un español chic de mujeres hermosas en las oficinas de la Isla de Francia, esa que se han empeñado en inventarse y que se parece tanto a lo que no es Francia, ni a París, sino más al sucedáneo de cartón piedra de una Nôtre Dame en andamios, siempre renovándose hasta parecer la copia de un original olvidado hace mucho tiempo en los souvenir de los llaveros. A cada paso un soldado sonriente señalando la pistola y el camino que d

Postales desde sitios donde estuve. La Habana.

La Habana. 2001. Cuando llegué a La Habana me golpeó el calor. Sería ese un primer aviso. La mezcla de humedad caribeña, los rostros sudorosos en el aeropuerto que buscaban clientes, a poder ser, europeos ricos para dirigirlos a un lugar que no sería el que ellos habían escogido. "A la Plaza vieja", le dije al taxista negro que se rió de mí nada más escucharme. "No chico, lo siento, no te voy a llevar allí, no llegarías a la puerta del hotel", y mostró sus dientes blancos en el espejo retrovisor. Eso era Cuba, una mirada al retrovisor. Todo lo que ya no existía estaba allí sin haber sufrido la merma del tiempo, sin problemas de coexistencia con el presente. La Cuba pobre, y aquella próspera que afectaba solo a los residentes del aparato político. La ciudad estaba pobremente iluminada, los semáforos marcaban un código que daba un aire familiar al visitante, ausencia de tráfico y gentes por las calles que miraban sorprendidos las luces del taxi soviético que apur

Postales desde sitios donde estuve. Tacuarembó.

Uruguay. Atravesamos el silencio varias veces, la tierra se extiende como una maldición a su nombre, como un miembro mas del vacío; arriba la noche, abajo el motor encendido, el paisaje igual, nadie. Nada; el peligro, los asaltantes de la noche, el coche no debe parar, no se ven luces alrededor, la carretera se extiende hasta el cielo, ya no sé si azul o negro, o gris, porque todo se reduce al vacío, todo está colocado como en la primera noche del mundo, aquella en la que se creó todo menos este paraje que solo lleva a otro páramo. Todo está conectado al temblor del volante. Queríamos estar lejos de todo, no huir de la noche, pero huíamos sin saber de qué, no quería mirar al retrovisor por ver si nos seguían, tan solo esperaba una música, pero solo había silencio. No cruzamos ríos, no veíamos animales, pero los había en la selva invisible fuera de las ventanas. Tendríamos que haber grabado esa noche, hubiese sido una gran escena, huyendo, un cigarro tras otro, algún trago furtivo q
I Sidereus Nuncius . 1610. Dibujos hechos por Galileo que plasman la luz sobre la luna y demuestran el movimiento de los astros, lo que significó el final de la era ptolemaica. La noche. Su nombre. El rastro de luz recorriendo un cuerpo celeste y ligero. Lo indecible. Los cuerpos se aman, dicen lo que callan las palabras, bocas de sangre para luna nueva. Noche nueva. Terminador. A partir de entonces se acabó la noche medieval, torturadora y cruel. La noche no existía, solo era un nombre, lo que decían los astros. Nadie lo supo, nadie lo escuchó. Galileo no tenía voz. Los Médici sí. Ellos sabían del poder de su voz callada,  gritando fuerte, definitiva. Las fieras se relamían antes del coito, después el banquete, pero copulaban siempre a la luz, su inquisición no conoce enemigos. Él pronuncia sus nombres exactos dibujando los astros, clara forma imperfecta, no sus círculos, el vacío exacto ha existido siempre, somos un error que explotó, su ruido, la onda imperceptible qu
Las voces indomables Manuel Lombardo Duro Colección Caja de formas, nº 5. Piedra Papel Libros. Jaén. 2017. Portada, contraportada y solapas del libro de Manuel Lombardo Duro. La poesía de Lombardo Duro nace siempre de la paradoja ante la necesidad de expresar el silencio del que surge y   el acabamiento del mismo al escribir el poema. Poesía que enfrenta la acción y la inacción, la palabra y el silencio, el lenguaje y el caos en el que se origina la obra de Lombardo. Texto que violenta sus propias bases expresivas, se decanta hacia la pureza sintáctica y hacia un léxico que bordea los límites del conocimiento y el vacío; la poesía como concepto con el que expresar la nada. El mundo sensible de Lombardo le sirve como correlato a su poesía, su mundo no existe, está en suspenso. El lenguaje lo constata, su texto es el silencio. Bascula entre el latido de la nada y la pulsión de lo dicho. Su discurso es por tanto reflexivo, la reflexión meditativa es la única forma de enf
Francisco Ferrer Lerín . Nora Peb. Tusquets Editores. 2ª parte de Familias como la mía. Francisco Ferrer Lerín con los poetas Juan Manuel Molina Damiani, Pedro Luis Casanova, Joaquín Fabrellas , Aurora Liébana y Antonio Erena Camacho. Foto: Fátima Linares. Jaén, mayo de 2017. Los esconjuraderos de la memoria. Sí, FFL se mueve como sierpe por la memoria, se arrastra, retrocede, muda de piel, y, a veces, se la inventa. Porque Nora Peb es un pacto con la memoria y con la ficción, con la aflicción de haber perdido la memoria y con la conjura de quien mienta a los demonios para no volver a verlos, ni a revivirlos, por eso el espíritu de la letra se los inventa una y otra vez, como diría Aníbal Núñez sobre la escritura: “lo que para el lector es un poema de siete versos, para el poeta son siete veces setenta fantasmas que tienen que volver a vivir de nuevo.” De ahí: esconjurar, exorcizar en el espacio inerte del texto, su pureza encantada de silencio para que no v
No mires ya La mirada de reina destronada, El cuerpo conoció el hambre, La ropa interior muestra Una carne exterior Para ojos que manosean el deseo Sin dedos ni contacto, Solo el ojo observa el ojo Que mira a nadie fuera, Al vacío de una ciudad que la envuelve. No miréis a su espejo, No miréis a su oferente desnudez, Ella no siente tu deseo, Solo marca su miedo en su jaula de cristal, Solo alberga la voluntad de ser nadie. Loreley altiva, Musa del vidrio y su reflejo, Sirena indelicada, Mortal tu carne así, Contempladores anónimos, Sumisión en escena, Desarrollo de la forma que sirvió para qué? Cierra los ojos, mírame nunca.

Pliegos del Condestable

Pliegos del Condestable. (1603). Poema que escribe Antón Ferrer dedicado a su casa en la campiña de Jaén, cerca de los pagos de Pozuela. Tiene la fuente un caz, anega fresca alberca. Más allá un venero hiende la piedra do mana limpia el agua. Una higuera salvaje: olor y sombra, come sus frutos rojos la luz, recorre alegre y gana todo espacio: vence al aire. El pájaro que aquí anida llena antes de ser de canto la alegría: la sombra, la casa, el descanso, són de una música celestial, de extraña canción se acompaña. Río que vuelve así a su origen: a la tumba de agua, a su luz incierta. Allí reposo mis tristes ojos cansados que fueran un punto más rápidos qu´el aire, ahora son despojos que contemplan en la vida sus ruinas, miseria de su estado, el reflejo de un siglo que escoja sus cenizas entre tanta grandeza devastadas de espanto. Luengo el dolor, corta delicia: la vida breve, durará su olvido.
Pliegos del Condestable. Sexteto que escribe Simón de Estepa, joven converso enamorado que dedica estos ardorosos versos para declararle su estado a su desdeñosa amada. (1623) Amor, el cyelo no sabía norma; tu cuerpo transformando su donayre en las leyes que hicieron te de viento, pues falta, amor, a tu país, la forma, porque no conoció su peso el aire y no pueda explicar sutil tormento.

Pliegos del Condestable

Poema sin medida determinada que dirige un anónimo vendedor de perfumes que juega con la lírica y la sintaxis ante el paso de una dama hermosa que no lo mira a su paso. 1599. No çede el cielo a tus sospiros, no cele el ayre cuando çedas, en tu dulce intento: si ceden los aires sin lamento, brusca uida que tersa el ayre por herida, que combe el viento por lamento de haber herido a su cielo herido que ha vivido sin tiempo y siento la dicha de lo dicho sin memoria, sin materia ni luz, la luz, sin luz se oluidó.
Pliegos del Condestable. Soneto de Lope de Valdeón que dirige a su hermosa enamorada, al haberla olvidado por inexorable paso del tiempo. (1649) Amor, ayer, tu cuerpo fuera templo, ira dormida, ingrávida natura, gracia del aire alegre, en tu pura y encarnada beldad no fría, templo la cuerda del dolor, belleza en ruinas, largo lamento, cárcel es la herida de tu mirar funesto, dabas vida a mecánica flor, dulces espinas de rosas, sin su olor, alma marchita; recoge tú, calor de lumbre, frío lecho de unión, y el tiempo te permita olvidar este ahora, destrozado por tu belleza ayer haber escrito, recordando hoy pasiones, sosegado.
Los Pliegos del Condestable son una serie de poemas que aparecieron en la Biblioteca del Palacio de Villadompardo donde se encuentran los Baños Árabes de Jaén. Reciben el nombre de Pliegos del Condestable porque el primero de los textos que se recoge en un pobre pliego de cordel dañado por la humedad, va dedicado al ilustre Condestable de Jaén Son poemas de distinta medida y extensión, cuyo descubridor y editor, Joaquín Fabrellas, trata de dar coherencia, puntuación y métrica adecuadas a estos poemas que fueron escritos por personas desconocidas de la historia de Jaén. No fueron poetas. Estos textos se irán dando a la luz lentamente siempre que el editor pueda ir sacando las piezas mas importantes y las más actuales. Las fechas van de 1550-1650 componiendo un siglo de oro andaluz alejado de la visión mas tradicional del canon. Joaquín Fabrellas Editor en Lo bello y lo dificil

Pliegos del Condestable

Soneto que dirige la hermosa Carmen de Montilla a su anónimo enamorado, en cuitas de amor quejándose del despecho sufrido. Año 1616. Pues es mi cuerpo ahora carne inerte, solo sombra, la piel acariciada de tu mano que prende por la nada su rastro; la mirada busca verte de nuevo, donde el lecho no confunde la noche herida, fue lejano el vuelo del ave que guardar solía, cielo que aúna su recuerdo mientras se hunde en la noche mi cuerpo con su herida, rescata el dulce llanto, su alta dicha no predice el destino, usurpa vida cruel, lágrima cogiste a mi lamento, vano fue mi dolor, el daño duro, pues todo acaba en un sutil tormento.

A las ruinas del Palacio de Jabalquinto en Baeza

Y el viejo sentado a la puerta en humilde silla de anea, daba la entrada al palacio sin palabras vacías, sin anuncios a los visitantes ausentes, tan solo su mirada hueca de quien crecer ha visto en la piedra el musgo dormido, y a la ruina del tiempo pronunciar el olvido, su nombre condenado de la historia y la fama, el silencio que alberga aquí su ruido insondable de tinta, nadie requiere la ruina o su forma pobre cuando era solo piedra, y el zaguán permite ahora el  ensueño sobre trazos gastados, suave sombra, duerme adentro la luz cerrada en claustro de abrojos, nada y polvo: la heráldica, escudos, escaleras, oh su cielo, las risas, ¿qué se hicieron?, ¿dónde están las hermosas mujeres, sus hombres, la clara belleza anónima, recorriendo estos pasillos? Ropas caídas en noches de alcoba, todo ahora es su miseria y gusano, hueso callado de la traición del tiempo inefable, pues su tiempo abre y guarda el espanto. Donde ayer hubo brillo hoy solo queda su ceniz

Ruinas del ayer. Pliegos del Condestable.

           Ruinas del ayer Amigo, con afán, escucha ahora pues la fama es reflejo de la ruina: palabra regalada no termina de llenar su vacío a cualquier hora. Es  el tedio acosando tu figura, viene la negra mancha que te asombra en un tiempo retorna y nunca nombra lo que tú escondiste sin usura. Pues los discursos que aman en su prisa la máscara, llenaron de su olvido con un dolor ajeno de su risa, nos recuerdan la miseria del mundo: nadie habla de la cicatriz de nadie, nada dicen de su dolor profundo. Soneto en respuesta que escribiera Juan del Cálamo a su amigo Pedro de Contreras con motivo de la fama pasajera, el espejo de las vanidades y las nadas del mundo. Encontrado en los pliegos del Condestable del siglo XVI

Pliegos del Condestable. (1550-1650)

Pliegos del Condestable Soneto asonante  que escribe Baltasar de Saavedra , natural de Baeza, y entierra en el suelo para que nadie lo encuentre, donde confiesa que ha descubierto unas ruinas musulmanas en el Palacio de Villadompardo donde se hospeda como experto zahorí, empero, por mal de amores, no dice al dueño lo que ha visto, por no ser tomado por loco o con mal tino. 1635. Encontrado en fecha reciente en Pliegos del Condestable. Todo el orden inventará su caos cuando el caos engendre su comienzo, aquella plaza, laberinto claro, aquel palacio de azahar cubierto. Y a su piedra la luz así devuelva dulce sombra que a descansar me llama, la rama esconde media luna y llena, su noche abierta de agua pura y palma. Allí reposan los arcos en bóveda, celeste, sombra incólume de estrella, y copia adentro la noche de afuera, recoge afuera todo su silencio, la voz callada para labio inmóvil: será su fallo germen de su cielo.   
Sonetillo El sombrero  como el mar, el mar es quizá sombrero, pero de esto ya no espero hacerme veste, o ya zar de reino, perdido césar, inconcluso pasajero es de nuevo el prisionero del aire o poder amar en tu rostro, pues amada, hábil simiente, la luna en amores de la albada, final abrupto de cuna y deseo de la nada sutil, la doliente duna. J. Fabrellas
Triunfos que perdimos Ahora es fama lo que un día ruina Y será ruina lo que ayer fue fama, La fama es solo ruido que se inflama Por ver pasar un tiempo que se arruina Es tu riqueza tu miseria clara, Pues el brillo es la nada de su llama, Para el éxito del necio solo aclama Llenando el hueco oído con voz cara. Rauda ruina de su edificio altivo Es hoy el ayer, vacío, su memoria, Rumor de escombros del dolor nativo. Recoge tú las flores de un tiempo ido Porque el instante es siempre su pasado Y sabrás las victorias que has perdido. J. Fabrellas
Cocaína & caviar Formáis ahora un triángulo perfecto, adentro un blanco polvo, abre tu cuerpo al espectáculo de la noche, donde guardas los gritos más secretos: una plastificada imagen en el espejo y el odio que venden como producto. Ahora te miras sin saber qué ves, sombra sola, antiguo cuerpo traslúcido, el reflejo salvaje consumiendo las exequias de tu pureza, sangre amarga diluye tu tiempo de sol, abre los rojos labios a la cámara, recoge tú su mentira (solo el mundo te miente), mientras adoras el canto de urraca, y maldices tu nombre. Entonces, a una distancia marítima, vulgares lagos de plástico, un aire glacial, la nieve consumida por el frío, baja hasta el agua donde crían pacientes y a poco precio el fruto del semen del Caspio fértil,   negra semilla encondida en el vientre, (tu vientre no alberga nada), para este tiempo es su vacío en dosis, veloz hacia su nada, escrito está en
El error. Modo de empleo . Habitamos una sociedad que no soporta el error. Legiones de personas se levantan todos los días para ver quién ha fallado y dónde. Inseguros de sí mismos, de ver nuestros propios errores, es mucho más fácil determinar el error de los demás: Errare humanum est, Cicerón entre otros nos lo recordaba ,   parece habérsenos olvidado que solo perseverar en el error sí es verdaderamente ignorante, y cuando sucede una vez es normal, cuando ocurre por segunda vez es una decisión tomada y premeditada. Y es que todos nos equivocamos todos los días, me equivoco a menudo en mis clases, en mi vida,  lo que es verdaderamente humano es reconocer el error y rectificar, y eso no lo hacemos, nos regodeamos cómodamente en esa caída de los demás tan cómoda desde nuestra posición televisiva, o detrás de la pantalla del ordenador a criticar lo que los demás estén criticando, cuando seguramente  no hemos visto nuestro propio yerro, y eso es envidia, y comodidad, estamos acos
Artículo de costumbres. Sociedad zombi A la manera en que mi querido Larra lo haría, obviando el tiempo y la distancia, la crítica de costumbres desde una mirada fría; tener el valor de señalar para sancionar algo en lo que tú mismo estás inmerso. Esta sociedad actual que tanto se mira al espejo y que tan bien pagada está de sí misma, una sociedad que prefiere el halago a la propia contemplación del espectáculo, tú mismo ante ti mismo, sin paliativos, sin contemplaciones, eres lo que has creado de ti, lo demás depende de tu exigencia y de las mentiras que te creas. Inmersos en la sociedad del gozo, de lo inmediato, del ahora; no es que no exista el pasado, es que ya no existe ni el lenguaje que me permitía acceder a él, almacenándolo todo de forma caótica donde el lenguaje tenía un principio organizador. Ahora solo existe el instante si aceptamos el discurso del tedio, todo lo que reside en los lados, todo lo que no soy yo mismo, el terror reside en que los demás no son yo mism
Función de las hojas Y ¿a qué vienen ahora los colores, en este tiempo último de otro año?, y,  ¿cuál es la función de su penumbra, las hojas escondidas de la luz? Manta humilde es en ellas el estío, c uando su leve tacto no soporta el cruel rigor del julio más salvaje, su sangre transparente, savia fértil incendiará su luz, allí descansa el aire de tu tiempo detenido al margen del camino, donde enciende la sombra carmesí, el paso triste en el resto amarillo de los campos, cubriendo su paisaje desolado, tintan ocre los árboles su sombra, e sta oscura función de su secreto: seamos solo su  silencio ahora, sus matices traidores de un otoño, una huella de su vida inmarcesible al saber que seremos su ceniza. J. Fabrellas
Almendro Es el frío la excusa del almendro, instante perfumado de su olvido, ayer verdes, quedan atrás los frutos más tiernos de su otoño desgarrado. La mano no conoce la blancura en el altar del cielo donde ofrecen las ramas más oscuras, dolor fértil: contempla en vano sus salvajes frutos. La herida del almendro, voz perdida: la flor mínima donde el tiempo avanza su muerte no; sino la vida nueva, es tan solo tu flor el final blanco. Tiembla la luz y naces de la sombra, apártate de su recuerdo frágil, que tu imagen, (robada primavera), perviva siempre en tu perfume amargo. J. Fabrellas
La imagen inconfesable del deseo El neoliberalismo, hijo pródigo del capitalismo, se hace con el poder de los mecanismos decisivos de actuación del hombre en sociedad: algo tan vilipendiado como es nuestro lenguaje, aquello que se maltrata desde los medios de comunicación, o eso que los jóvenes desprecian y mezclan con palabras y expresiones (mal usadas) sobre todo, del inglés, por influencia estadounidense; el lenguaje, ese magma que nos ayuda a desarrollar todo nuestro sentimiento, todo nuestro repertorio de emociones nacido en los sentidos y que viven en nuestro cuerpo dando forma al alma. Pues bien, esa parte más íntima del hombre también ha sido tomada al asalto por los mecanismos de adquisición de esta dictadura de lo inmediato, el totalitarismo de lo rápido. En la actualidad, las democracias han conseguido mayor nivel de represión que con ciertas dictaduras: mayor nivel de control ciudadano, vigilancia, gestión de datos, manipulación de los medios de comunicación rozando la

Ama tus cadenas

Lo que ha conseguido el capitalismo, y es más, su hijo predilecto, el neocapitalismo, no lo ha conseguido casi ninguna dictadura. Sé que este aserto será algo convulso, sobre todo en tiempos de lo ultra-políticamente correcto, y lo que es más, en tiempos en que esto se hace supuestamente en nombre de la democracia. Y es que se ejerce el pensamiento único desde diferentes instancias y la única libertad es el consumo y los diferentes niveles de adquisición de los diferentes productos. Por producto entiéndase todo aquello que se puede vender en el escaparate mundial en que se han convertido los países occidentales, y también aquellos que no lo son, pero que han aceptado el neocapitalismo como buque insignia de un desarrollo económico que los conduce hacia un abandono paulatino de sus costumbres para un acercamiento a una órbita ultracapitalista que está dando señales de implosionar y desaparecer por las fuerzas centrífugas de destrucción en las afueras del sistema capitalista: destruyen

lo belloy lo dificil

Blog de Álvaro Valverde: Siltolá: masculino, plural : Para  Miguel Floriano (Oviedo, 1992), Quizá el fervor es su tercer libro publicado. Aquí comentamos el anterior: Tratado de identidad ....