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Mostrando las entradas etiquetadas como MÉTRICA

Pliegos del Condestable

Pliegos del Condestable. (1603). Poema que escribe Antón Ferrer dedicado a su casa en la campiña de Jaén, cerca de los pagos de Pozuela. Tiene la fuente un caz, anega fresca alberca. Más allá un venero hiende la piedra do mana limpia el agua. Una higuera salvaje: olor y sombra, come sus frutos rojos la luz, recorre alegre y gana todo espacio: vence al aire. El pájaro que aquí anida llena antes de ser de canto la alegría: la sombra, la casa, el descanso, són de una música celestial, de extraña canción se acompaña. Río que vuelve así a su origen: a la tumba de agua, a su luz incierta. Allí reposo mis tristes ojos cansados que fueran un punto más rápidos qu´el aire, ahora son despojos que contemplan en la vida sus ruinas, miseria de su estado, el reflejo de un siglo que escoja sus cenizas entre tanta grandeza devastadas de espanto. Luengo el dolor, corta delicia: la vida breve, durará su olvido.
Pliegos del Condestable. Soneto de Lope de Valdeón que dirige a su hermosa enamorada, al haberla olvidado por inexorable paso del tiempo. (1649) Amor, ayer, tu cuerpo fuera templo, ira dormida, ingrávida natura, gracia del aire alegre, en tu pura y encarnada beldad no fría, templo la cuerda del dolor, belleza en ruinas, largo lamento, cárcel es la herida de tu mirar funesto, dabas vida a mecánica flor, dulces espinas de rosas, sin su olor, alma marchita; recoge tú, calor de lumbre, frío lecho de unión, y el tiempo te permita olvidar este ahora, destrozado por tu belleza ayer haber escrito, recordando hoy pasiones, sosegado.

A las ruinas del Palacio de Jabalquinto en Baeza

Y el viejo sentado a la puerta en humilde silla de anea, daba la entrada al palacio sin palabras vacías, sin anuncios a los visitantes ausentes, tan solo su mirada hueca de quien crecer ha visto en la piedra el musgo dormido, y a la ruina del tiempo pronunciar el olvido, su nombre condenado de la historia y la fama, el silencio que alberga aquí su ruido insondable de tinta, nadie requiere la ruina o su forma pobre cuando era solo piedra, y el zaguán permite ahora el  ensueño sobre trazos gastados, suave sombra, duerme adentro la luz cerrada en claustro de abrojos, nada y polvo: la heráldica, escudos, escaleras, oh su cielo, las risas, ¿qué se hicieron?, ¿dónde están las hermosas mujeres, sus hombres, la clara belleza anónima, recorriendo estos pasillos? Ropas caídas en noches de alcoba, todo ahora es su miseria y gusano, hueso callado de la traición del tiempo inefable, pues su tiempo abre y guarda el espanto. Donde ayer hubo brillo ...

Ruinas del ayer. Pliegos del Condestable.

           Ruinas del ayer Amigo, con afán, escucha ahora pues la fama es reflejo de la ruina: palabra regalada no termina de llenar su vacío a cualquier hora. Es  el tedio acosando tu figura, viene la negra mancha que te asombra en un tiempo retorna y nunca nombra lo que tú escondiste sin usura. Pues los discursos que aman en su prisa la máscara, llenaron de su olvido con un dolor ajeno de su risa, nos recuerdan la miseria del mundo: nadie habla de la cicatriz de nadie, nada dicen de su dolor profundo. Soneto en respuesta que escribiera Juan del Cálamo a su amigo Pedro de Contreras con motivo de la fama pasajera, el espejo de las vanidades y las nadas del mundo. Encontrado en los pliegos del Condestable del siglo XVI

Pliegos del Condestable. (1550-1650)

Pliegos del Condestable Soneto asonante  que escribe Baltasar de Saavedra , natural de Baeza, y entierra en el suelo para que nadie lo encuentre, donde confiesa que ha descubierto unas ruinas musulmanas en el Palacio de Villadompardo donde se hospeda como experto zahorí, empero, por mal de amores, no dice al dueño lo que ha visto, por no ser tomado por loco o con mal tino. 1635. Encontrado en fecha reciente en Pliegos del Condestable. Todo el orden inventará su caos cuando el caos engendre su comienzo, aquella plaza, laberinto claro, aquel palacio de azahar cubierto. Y a su piedra la luz así devuelva dulce sombra que a descansar me llama, la rama esconde media luna y llena, su noche abierta de agua pura y palma. Allí reposan los arcos en bóveda, celeste, sombra incólume de estrella, y copia adentro la noche de afuera, recoge afuera todo su silencio, la voz callada para labio inmóvil: será su fallo germen de su cielo.  ...
Triunfos que perdimos Ahora es fama lo que un día ruina Y será ruina lo que ayer fue fama, La fama es solo ruido que se inflama Por ver pasar un tiempo que se arruina Es tu riqueza tu miseria clara, Pues el brillo es la nada de su llama, Para el éxito del necio solo aclama Llenando el hueco oído con voz cara. Rauda ruina de su edificio altivo Es hoy el ayer, vacío, su memoria, Rumor de escombros del dolor nativo. Recoge tú las flores de un tiempo ido Porque el instante es siempre su pasado Y sabrás las victorias que has perdido. J. Fabrellas
Cocaína & caviar Formáis ahora un triángulo perfecto, adentro un blanco polvo, abre tu cuerpo al espectáculo de la noche, donde guardas los gritos más secretos: una plastificada imagen en el espejo y el odio que venden como producto. Ahora te miras sin saber qué ves, sombra sola, antiguo cuerpo traslúcido, el reflejo salvaje consumiendo las exequias de tu pureza, sangre amarga diluye tu tiempo de sol, abre los rojos labios a la cámara, recoge tú su mentira (solo el mundo te miente), mientras adoras el canto de urraca, y maldices tu nombre. Entonces, a una distancia marítima, vulgares lagos de plástico, un aire glacial, la nieve consumida por el frío, baja hasta el agua donde crían pacientes y a poco precio el fruto del semen del Caspio fértil,   negra semilla encondida en el vientre, (tu vientre no alberga nada), para este tiempo es su vacío en dosis, veloz hacia su nada, escrito está...
Función de las hojas Y ¿a qué vienen ahora los colores, en este tiempo último de otro año?, y,  ¿cuál es la función de su penumbra, las hojas escondidas de la luz? Manta humilde es en ellas el estío, c uando su leve tacto no soporta el cruel rigor del julio más salvaje, su sangre transparente, savia fértil incendiará su luz, allí descansa el aire de tu tiempo detenido al margen del camino, donde enciende la sombra carmesí, el paso triste en el resto amarillo de los campos, cubriendo su paisaje desolado, tintan ocre los árboles su sombra, e sta oscura función de su secreto: seamos solo su  silencio ahora, sus matices traidores de un otoño, una huella de su vida inmarcesible al saber que seremos su ceniza. J. Fabrellas
Almendro Es el frío la excusa del almendro, instante perfumado de su olvido, ayer verdes, quedan atrás los frutos más tiernos de su otoño desgarrado. La mano no conoce la blancura en el altar del cielo donde ofrecen las ramas más oscuras, dolor fértil: contempla en vano sus salvajes frutos. La herida del almendro, voz perdida: la flor mínima donde el tiempo avanza su muerte no; sino la vida nueva, es tan solo tu flor el final blanco. Tiembla la luz y naces de la sombra, apártate de su recuerdo frágil, que tu imagen, (robada primavera), perviva siempre en tu perfume amargo. J. Fabrellas
Octava real Dulce fondo Si no queda ni rastro de lo amado, pues no existen los nombres: todo incierto, y también es mentira ya lo hablado, verdades son, secretos sin concierto;  cuando el deseo  no es nuestro aliado, y solo es una ciencia sin acierto. Porque el amor era animal en lo hondo, braceaba una fiera por tu fondo. Joaquín Fabrellas
Palabra que es frontera sílaba inacabada de un silencio de tinta, la sintaxis: sueño de la materia de ser más que un poema ya imposible. Último salto: nada espera donde la palabra vuelve a ser silencio no escrito, roto en el olvido del dolor antiguo, como un aire resuelto a ser llanto extremado de lo que nos florece, como herida acabada en el límite claro de los labios, y aprendes del vacío en el amable óxido de un tiempo ya amarillo, escapando de todos los silencios culpables de tu éxtasis, momentánea tú desapareces, oh génesis  puro, virgen de la palabra, letra de carne viva, muerte de tu voz lenta, el límite une con arena y agua todo lo  nunca dicho; la materia no existe, lo nombrado sin nombre. J. Fabrellas

Soneto

SONETO Es el viento, la brisa, es la sombra, la luz, el aire, el agua, puro o yerto, luna o sol, roca y árbol, el desierto; océano de arena, apenas nombra el lazo cómplice sin tiempo, claro ante el agua y la duda,  es el vacío, su huella, alumbrado silencio, río sin tiempo, une sin hilos, en un  raro laberinto transformado en su Nada, formas primitivas antes del Todo ausente, su materia engendrada de la escoria, su tiempo que ha prendido la mínima lección de su destello: en su nombre celebrarán  su olvido. Joaquín Fabrellas
Silva libre Es el recuerdo, brisa viva de la memoria de tu día, quede la muerte fuera, distante ahora: laberinto claro del rastro que tú dejas, el dudoso reflejo de tu imagen en el agua confusa del tiempo que demora en el olvido: el deseo de cielo: lejana luz de un día herido que viene ya a decirte: todo el tiempo de entonces, cuánto daño sin nombre. El cielo aprende así tu rostro, nunca la piedad que repasa en el lamento oído de la noche, un murmullo de pasos en el viaje inútil a la nada, el vacío de un tiempo, principio de tus miembros, creando la verdad siempre de tu cuerpo, la luz mísera que te alcanza débil, soledad de los astros, la deriva urgente de tu final, es  tu cómplice vulgar para la nada de tu desaparición en la amarga sintaxis de tu sueño. Joaquín Fabrellas
Esencia Como la llama expande su perfume: la mano que tocar solía, viento frío, el campo, naturaleza sume tu verde al suyo, mujer, en tu aliento ceniza fue el ayer, así rezume la fuerza por el cuerpo hermoso y lento de tu carne sin tiempo, mas el día coja los frutos de tu edad tardía. Joaquín Fabrellas
Acaso no Si la verdad se esconde allí donde  se nombra ya el vacío, si lo falaz responde y tu cuerpo es el río donde mana lo bello que confío a tu rostro dormido, a tu boca henchida de pureza, al silencio partido por el tiempo que reza; la piel y el noble hueso despereza la carne enamorada, silencio oculto, cuerpo si bendito, huye tú de tu nada, cumple lo marchito del tiempo que en tu gesto necesito. Joaquín Fabrellas

Soneto Juan Manuel Molina Damiani y Joaquín Fabrellas

P A T IO DE LA MALENA                                                                    En memoria de José Román C ON luz el claustro donde el aire pasa en nombre del olvido, son de piedra las canciones que el agua entre la hiedra ayer compuso, que hoy la muerte abrasa. La forma que la luz esconde en sombra, inicio de la nada en la memoria, inaugura su tiempo: así, la gloria de este instante, el vacío que la nombra. La muerte es vegetal: en la mirada gélida de la alberca que una rama del árbol tienta a ciegas da la nada con su origen y el aire con su llama. Sombras errantes deja de pasada por el patio un sile...

Sextina. Joaquín Fabrellas

Sextina que dirige el clérigo Antonio de Aldana, a una desconocida mujer, acaso eterno femenino, quizá Virgen, quizá hembra que no conoce, pero intuye. Hermosa herida 1.- El tiempo se demora  raudo en sombra   y cumple su palabra de miseria, si hay verdad en labios que te nombran, el tiempo es falso amigo en la memoria, feliz de tu materia arrepentida: luz: recorre el camino a la fortuna. 2.- D eja el aire, tu viento a la fortuna . Sí: eras feliz, piel, la luz, la sombra entrando en dulce rapto, la memoria expande el nombre de la arrepentida noche, volando el día que te nombran, rauda escapa ahorrando tu miseri a. 3.- D e los labios, la piel es la miseria; s i a ti te duelen en dulce fortuna, estás parada en el secreto, sombra de los días azules, la memoria de lo vivo tan bello, arrepentida enamorada, sola si te nombran. 4.- Y c onvertida en voz si a ti te nombran. ¿Eras feliz materia arrepentida? ...
SONETO IV Y quiero ser la soledad del álamo Su sombra iluminando la penumbra  El vértigo de esta tarde que relumbra  Ardiendo su color en breve ramo.  En el extenso aire que abrazó al árbol,  La huella vacía dibujó la rama  Siendo un cuerpo desnudo que así brama  Y el ala que robó la forma al mármol.  De la muy pérfida y sensual esencia:  Todo lo vivo en vano se cumplió  En recordar que somos complacencia  Ante la única soledad que clama,  Su vulgar muestra vana que encarnó  Y el puro fuego que ya fluye en llama. Joaquín Fabrellas  28/10/14

La estación rota. Joaquín Fabrellas

La estación rota, compuesta por Joaquín Fabrellas.   Y el almendro se viste ya de estío, Apenas le sirvió el color de excusa Al invierno lejano cuando el árbol Solo es su oscura brevedad de sombra.  En la fresca cadencia vegetal Que se oculta así bajo el palio verde   De las muy temblorosas hojas ante Un sol airado que cubrió marchito Desde el cálido corazón ausente Que desde el alma humilde presto escapa. Y el trigo rubio que expande el verano O el viento que abandona así los campos En tolvanera y olvido ya mezclados La memoria de la piedra y la tierra  Ufanas, devolviéndonos la incógnita Al breve tiempo que nos cumple siempre, El breve tiempo del hombre   que nunca Es el tiempo de la tierra o las cosas. Pero solo el pino es fiel a su forma Y anuncia alegre su olor y su sombra Inmutables,   solo de luz, los días, Inventando su destino parado En la violencia sutil del verano Que olvid...
Soneto III Si surge puro de tu breve aliento el hálito dichoso que ya expira, si conoce la boca lo que mira y sabe las palabras del lamento. La dicha alcanza lo que tu voz canta y mira al viento: lejos de tu mano Y no puede alcanzar si ya no espanta duro gesto, la voz ni el rostro ufano. Palabras que al silencio dieron vida mientras quedó el deseo malherido escrito en la clemencia de pronto huida, cuando el alma, en el rostro es recibido, en el lenguaje incierto que despida, presto el dolor así por mí entendido. Joaquín Fabrellas 23-VII-14