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Mostrando entradas de enero, 2014
Boceto del Perpetuum Mobile en la Edad Media.
PERPETUUM MOBILE, por Joaquín Fabrellas. Microcuento. Todo está en movimiento. Todo se mueve. No puedo fijar los ojos ni siquiera en un objeto en reposo, en una pared, digamos, porque veo el lento declive hasta su inexistencia como un pequeño Dios, veo cómo envejece todo, cómo ese reposo va perdiendo su velocidad en el más absoluto mutismo y quietud de lo infinitamente en movimiento.
Plutocracia, por Joaquín Fabrellas. Ahora mismo soy el hombre más rico del mundo. Un auténtico Midas. He adquirido la mayor fortuna. Superior a la de banqueros sin escrúpulos, futbolistas afásicos, presentadores de televisión en decadencia o políticos y corruptos. No hay nadie más rico que yo y lo he conseguido despreciando precisamente toda la riqueza del mundo que ustedes atesoran y que jamás superará la libertad de estas líneas y la verdad que encierran.
Imagen de F . Murray Abraham, caracterizado como Salieri en la película de Milos Forman, Amadeus.  
El mal de Salieri. Joaquín Fabrellas Desconozco,(creo además que no), si existe un síndrome, o un complejo psicológico llamado así: el mal de Salieri, si no existe, este sería un buen momento para iniciarlo, para darle carta de naturaleza y describirlo. Al igual que el mal de Stendhal, ese mal que alguna vez sentí en la Plaza Vázquez de Molina por la suave conjugación de buen tiempo y goce estético, por el sutil laberinto que Vandelvira plasma en El Salvador, y su inagotable juego de resonancias, ecos y metáforas de piedra. Ignoro también si existe el mal de Bartleby, aquel oscuro funcionario rebelde que se negaba a hacerlo. A veces, deberíamos seguir sus pasos, sobre todo, cuando tenemos que negar nuestras convicciones. La literatura y los mitos clásicos siempre nos han ayudado a describir ciertas carencias sentimentales, aficiones o afectaciones que son difíciles de describir en sí mismas, de ahí lo socorrido de estas figuras: el complejo de Edipo, el mal de Yocasta, el de Sís
Imagen de Stefan Zweig
El amanecer tras esta larga noche . Leporella, de Stefan Zweig. A este relato corto le sucede lo mismo que a otras narraciones del austríaco Stefan Zweig: es un placer para el lector. La prosa de Zweig es tan poderosa que acaba envolviendo, sus descripciones tienen una influencia visual tan grande que hacen que visualices sus páginas. Nos podemos imaginar el olor agrio de la avejentada protagonista de este relato, Crescenz, o Leporella; casi podemos ver su pelo algo grasiento y brillante, acostumbrada a no tener vida social, sino esa entrega total al trabajo que define a la protagonista, aferrándose a lo único que sabe hacer bien: trabajar; hasta que descubre que, tras un ligero contacto con el señor, puede hacer algo mejor: servir a su señor para que consiga sus fines amorosos, se convierte así en la sirvienta -celestina, figura antiquísima en la tradición literaria europea, ya desde Trotacoventos, o la formidable Celestina de Fernando de Rojas. Sin embargo, su dedicación al trabaj
Un mundo sin textos, Joaquín Fabrellas. 1936, 1939, 1956,... Y tantos otros años. ¿Y qué, dicen algo? Harto de repetirlos, hastiado de decírselo a mis alumnos. Cuando la biografía se confunde con la historiografía y esta con la literatura, y esta con la sintaxis. ¿Y qué tienen que ver? ¿Dónde está la motivación para el alumnado? ¿Pasaría algo si la literatura dejase de existir? En el fondo, quiénes son esos nombres, porque ni siquiera parece que haya un ser humano que se corresponda con ese nombre, con esa sucinta biografía, con la obra y la ideología que desarrolló ese autor a lo largo de su vida, porque en el fondo Cernuda era un señor que escribía versos, y la Zambrano una pensadora que perdía el tiempo con estupideces sobre el hombre. Y así nadie se pone de acuerdo. Pero se nos escapa la pregunta fundamental: ¿quién decide poner en ese olimpo sagrado de nombres y fechas a los autores?, ¿quién mueve los hilos de la máquina?¿ Por qué se estudia a Galdós y no a Pedro Antonio de Ala
Jesús Carrasco, autor de Intemperie.  
Intemperie. Jesús Carrasco. Seix Barral. 2013. Joaquín Fabrellas. El autor nos plantea un hermoso relato esculpido del magma sin forma del lenguaje a la forma del artesano, consiguiendo el matiz preciso y justo, erigiendo un hallazgo en cada proposición narrativa. Sorprende en estos tiempos de mediocridad y grandes ventas un relato tan bien cosido, tan puro en su composición sin dar lugar al adorno gratuito o al giro innecesario en busca de la página vacía, hueca. Plantea la huida de un niño y su camino iniciático. Los que lo persiguen a una distancia violenta y casi mortal, agresiva y humillante. El poder se ejerce de manera despótica, sin cortapisas. Relato que recuerda, sin lugar a dudas, a grandes maestros en una geografía sin especificar y que hacen ambigua e intemporal la narración. Remite a un pasado no muy lejano, a una dictadura de supervivientes y de personas que se esconden como alimañas, en una lucha desesperada por sobrevivir: ocultarse de un sol que lo calcina tod