Ir al contenido principal
El error. Modo de empleo.


Habitamos una sociedad que no soporta el error. Legiones de personas se levantan todos los días para ver quién ha fallado y dónde. Inseguros de sí mismos, de ver nuestros propios errores, es mucho más fácil determinar el error de los demás: Errare humanum est, Cicerón entre otros nos lo recordaba,  parece habérsenos olvidado que solo perseverar en el error sí es verdaderamente ignorante, y cuando sucede una vez es normal, cuando ocurre por segunda vez es una decisión tomada y premeditada.

Y es que todos nos equivocamos todos los días, me equivoco a menudo en mis clases, en mi vida,  lo que es verdaderamente humano es reconocer el error y rectificar, y eso no lo hacemos, nos regodeamos cómodamente en esa caída de los demás tan cómoda desde nuestra posición televisiva, o detrás de la pantalla del ordenador a criticar lo que los demás estén criticando, cuando seguramente  no hemos visto nuestro propio yerro, y eso es envidia, y comodidad, estamos acostumbrados a criticar el mundo desde una pantalla, confundiendo lo virtual, (las redes sociales), con lo real, lo que sucede en mi mundo, desde mi cuerpo hacia fuera, pero es más seguro hacerlo desde la dulce anonimia de un perfil o un avatar que de poco vale.

La acción frente a la pasividad pensando en verdad que nuestra actitud en las redes sociales va a cambiar el mundo. No. las revoluciones se hacen en el día a día, y no perdiendo el tiempo con un activismo falso, un falso compromiso que de poco vale si no es para lavarnos nuestra conciencia tan vapuleada en una sociedad que no sabe muy bien dónde esconderse con el bombardeo continuo de causas más o menos estúpidas que circulan por las redes. Porque hemos llegado a un punto de no retorno que ya no sabemos manejar, le concedemos demasiada importancia a lo que nos dicta la pequeña pantalla, la manipulación en mayor o menor medida, pues todas las publicaciones, temas, causas, están manipuladas por la publicidad, y ante eso el ciudadano medio tiene poca capacidad de reacción, se ve inmerso en una cantidad ingente de información que no sabe cómo tramitar.

Somos incapaces de organizar el tedio, lo inmenso nos supera con facilidad, pero esta sociedad deforme no soporta el error, como si eso fuese posible, acabar con lo más humano de lo humano, la equivocación, la duda, gracias a ello aprendemos; seguro que el año que viene la gala de entrega de premios de los Oscar será mejor. La inseguridad de una sociedad demasiado pueril que no quiere salirse de las líneas marcadas no perdona, y seguro que nos han perdonado más de un error, y los que nos queden. No jueguen a ser dioses absolutos del perdón o la risa, porque estaremos viendo nuestro propio error, nuestra propia caída. Solo los ignorantes no se equivocan nunca. Seamos un poco más idiotas, aprendamos de nuestros errores y dejemos para los demás los suyos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Y ahora ya eres dueño del Puente de Brooklyn. (1980) Luis García Montero.

Desde Brooklyn la noche te margina. Abajo de tus pies se  escinde la ciudad en dos inmensos muslos, y cada esquina  espera que le llegue el orgasmo. Estás ausente. Pero todo discurre como si no tomaras los ojos de un viejo  espiando el último reducto de los parques a oscuras. Acechas amantes, y te amanece el cuerpo (sonámbulo casi). Y es que acaso en este punto sepas lo que eres, y tus manos contemplen aquello que prohibiste de ti mismo. Tímidamente amigo de la muerte. ¡Aquel amanecer desde el Puente de Brooklyn!

Góngora y el 27.

--> Luis de Góngora y la influencia en el 27. Joaquín Fabrellas Jiménez En las Soledades , el protagonista nos presenta un mundo artificial, como decía Salinas, el poeta revive la realidad, dotándola de nuevos matices y significados. En efecto, la obra de Góngora es una tabla, un decorado. Parte del vacío y prolifera en un mundo abigarrado, hacinado. Nadie se sorprende de ver al viajero. Todos los personajes que aparecen en el poema se muestran al náufrago como personajes de tapiz, a punto de ser pintados; lo que ven los ojos del náufrago es lo que escribe Góngora. La obra tiene espíritu discursivo. Y crítico. La obra de Góngora propone un modelo de conducta ante la sociedad. El náufrago, como el propio poeta, ha conocido los secretos de la Corte y la vida en la gran ciudad. Ambos conocen las presiones, los servilismos, las briegas a las que se debían hacer frente para pertenecer a esa oligarquía basada en el nacimiento afortunado y en la manutención y disfrute

La pintura de José Fernández Ríos. Joaquín Fabrellas

Tres son los pilares sobre los que se construye la obra del pintor José Fernández Ríos: un elemento neobarroco, un componente hiperrealista y el paisaje como símbolo de resistencia. La obra de Fernández Ríos es extensa, comenzó hace más de treinta años y siempre ha tenido como telón de fondo, al igual que otras manifestaciones artísticas, la ironía, el distanciamiento, provocado por la desastrosa realidad enajenadora de la sociedad actual. Ante tanta insensibilidad aparece la risa forzada que pretende cuestionar todos los valores de esta sociedad construida en unos principios demasiado efímeros, pero que todos parecen aceptar tácitamente sin oponer una resistenciaclara. Como una masa bien adoctrinada a la que le ha sido marcado el camino que hay que seguir. Phantasmata era la expresión utilizada por Platón para definir a todos aquellos que, liberados de las cadenas, salían a la luz, a la verdad y eran cegados por la luz auténtica. Actualmente, la población civil anda por los mismos