Un poeta poco dado a formalismos. Un poeta que sabía perfectamente que la labor de la poesía era marcar las incoherencias de un sistema caduco. Aníbal Núñez en este poema nos muestra los fastos de una sociedad, la franquista de finales de los sesenta, que empieza a abrirse a las nuevas formas del entretenimiento: los pubs, las máquinas tragaperras, la música pop. Una influencia europea que se introduce tímidamente en la clausurada sociedad franquista, en un intento por parte del régimen de mostrar una cara más moderna o más permisiva.
Este poema también nos muestra la frustración de un personaje desconocido, que intenta olvidar sus limitaciones mediante el alcohol y trata de aliviar su deseo sexual no realizado, de ahí que decida acercarse a una máquina tragaperras, a un pin ball, cuyo reclamo es la figura sensual de una mujer hawaiana que mueve sus caderas al son de la música y los colores, que actúan como reclamo cromático para los personajes que deambulan por ese pub, perdidos y sin rumbo, en una noche en la que las frustraciones no encuentran un final racional.
Este poema también nos muestra la frustración de un personaje desconocido, que intenta olvidar sus limitaciones mediante el alcohol y trata de aliviar su deseo sexual no realizado, de ahí que decida acercarse a una máquina tragaperras, a un pin ball, cuyo reclamo es la figura sensual de una mujer hawaiana que mueve sus caderas al son de la música y los colores, que actúan como reclamo cromático para los personajes que deambulan por ese pub, perdidos y sin rumbo, en una noche en la que las frustraciones no encuentran un final racional.
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