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Poema de Agustín Delgado. León, 1941.

Agustín Delgado es un poeta fundamental en la poesía española desde finales de los sesenta del siglo pasado hasta nuestros días. Fue uno de los mentores de la importante revista Claraboya, una revista de sesgo realista donde escribieron los poetas más importantes de la década de los sesenta: Pere Gimferrer, Antonio Gamoneda; al mismo tiempo, era una revista que se oponía al franquismo cultural desde líneas aperturistas. Lo que querían hacer desde la revista era abrir nuestra poesía a la influencia extranjera, como muestra se tradujo Aullido, de Ginsberg, de la mano del poeta y crítico literario Marcos-Ricardo Barnatán, o se tradujeron poemas de Nazim Hikmet, un poeta turco con una preocupación viva por la realidad.
Aparte de todo esto, Agustín Delgado es un poeta que comienza su obra en un realismo cercano a lo confesional, para seguir abriendo nuevos ámbitos en poesía, acercándose a la pintura o , a la magnífica influencia del cine de Michelangelo Antonioni , con publicaciones al alimón con el pintor Eugenio Chicano, perteneciente a la escuela pop española cercanos al Equipo Crónica.
No os perdáis este magnífico poema.


Naturaleza muerta

Sobre coágulos de mármol las hilachas rojizas
Cuando el azúcar se desprende y muere
Al fondo de la taza de café de verano.

La cuchara de plata
El cigarrillo rubio
Yéndose lentamente
Azulada pavesa
Entre cenizas ralas y círculos de sopor
Yéndose.

Bajo la soledad de las maderas del salón milenario
En este reposo del mediodía
Ligeramente predispuesto a las palabras suaves
"Ángel azul
Festivales de amor plateada orla
De sueños".
Dejó el líquido una red de espuma
En el borde de la taza disimulando aferrándose
El resbaladizo tiempo cristalino.

El ticket con el precio
El vaso de agua
Las cerrillas
La mancha inmóvil calurosa empedernida
Muerta.

Me pegaría un tiro.

En Nueve rayas de tiza, Madrid, Trama Editorial, 2010.

Comentarios

  1. Un poema que habla de la rutinaria existencia de una clase social, la burguesía, que, en época franquista, prefirió no hacer nada por llegar a un final forzado de la dictadura. Habla de la inacción de la comodidad en casa, del confort en una acción rutinaria , como puede ser el café de sobremesa, pero con la particularidad de que, los objetos, en este poema, parecen adueñarse de toda la escena, como si fuesen los verdaderos dueños de esa y esta sociedad de consumo de corte neoliberal.

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