LOMBARDO DURO, MANUEL. (2013).
INVENTARIO DE NIEVE
SEVILLA: METROPOLISIANA
Manuel
Lombardo, (Jaén, 1944), es maestro de una parte de la poesía jienense actual.
Es uno de los poetas de referencia junto a los ya desaparecidos José Nieto y
José Viñals para una amplia generación poética: desde los poetas nacidos
en la década de los 50, hasta los poetas nacidos en los 70 y los 80. Alejado de
modas y modismos, su obra es producto de
una insobornable lealtad a sí mismo. Es una obra en marcha que cuestiona los límites de la creación, de la
propia poesía y de las formas de enunciar lo que es inenarrable. Por ello ha
sido comparado a autores como san Juan, por la “cortedad en el dezir” y la
forma de contar lo insólito con unos medios insuficientes, apenas con unas
pocas palabras, a L. Wittgenstein, por
la continua obsesión y búsqueda en los límites del lenguaje y su relación con
el mundo y el modo de apreciar el mundo que es en sí mismo el lenguaje, y, también,
su obra contiene paralelismos con el pensador Emile Cioran por la mezcla de
lirismo y apasionado pesimismo que llevan a contemplar la sociedad actual como
una suma de actitudes absurdas que se traslucen en una gran tristeza y
pesadumbre: la condición humana es grandiosa y ridícula al mismo tiempo.
Desde la
aparición de su primera obra: Ahora
Blancanieves cojea algunas veces de mi mano, hasta esta última, Inventario de nieve, han pasado más de
cuarenta años y su poesía se mueve siempre en los mismos parámetros: la
desacralización de la realidad y la subversión de los valores establecidos, en
especial, aquellos que convierten lo
real en una categoría de poder: el discurso grandilocuente al que estamos
acostumbrados en estas últimas décadas desde la entrada de España en la etapa
democrática y que corre paralelo a la incursión de la sociedad española en un
desaforado mundo de consumo capitalista sin atender al sentimiento general o al
tremendo flujo de sabiduría de la que España gozaba antes de que todo se
desdibujase en esta tardía modernización que ya empezó en las últimas décadas
del régimen franquista. El canto de Lombardo Duro, por tanto, es triste,
constata ese otro canto alterno que los publicistas a la violeta e intelectuales patrocinados se afanan por
escondernos: los mecanismos democráticos no consiguieron renovar las clases
oligárquicas, y ahora, cuarenta años después, ese intento renovador no es más
que una resaca acomodaticia que se traduce en una política de subvenciones o en
un ralo caciquismo muy parecido al de épocas anteriores.
Cuando la poesía
no es revolucionaria se hace amiga del poder, y ese es su acabamiento. Lombardo
Duro canta lo oculto, lo desvela en sus versos. Sus creaciones destacan por un
verso corto, no hay concesiones a la galería. Su poesía se alía con el
pensamiento, no concibe otra manera de hacer poesía si no es producto de una
alternancia entre pensamiento y forma: en la poesía de Lombardo Duro se dan
ambos ingredientes, por una parte, su discurso es conciso frente a los poemas
que proceden de la más reciente corriente pseudo-naturalista, una corriente de
tipo descriptivo que conduce a un alambicamiento que solo se nutre y se
entusiasma a sí mismo; por otra parte, el pensamiento que se ofrece en sus
versos es fruto de un reposado proceso intelectual.
De la
primera parte del poemario, Animal transparente, destaco estos versos recogidos
en el poema “Rebajas”, que muestran de forma acertada lo que venimos diciendo
líneas arriba sobre esa supuesta felicidad que hunde sus raíces en el
consumismo y que, a la larga, no trae más que hombres definidos por su
incapacidad para ser felices.
Se venden a buen precio / nirvanas caducados, / éxtasis en conserva /
risotadas en lata / y orgasmos diferidos.
En otro
poema, el que abre el poemario, “Colectivo”, se habla también de la falta de esperanza
del poeta ante la sociedad actual y que es fruto de años y años de manipulación
desde las políticas educativas planeadas por los diferentes gobiernos y también
desde el mundo de la cultura, en manos de empresarios y políticos, ambos mundos,
más interesados en crear clientes y personas dóciles que personas racionales que
sean capaces de elucidar un futuro diferente. El discurso imperante lo hace
imposible.
No conviene esperar / en absoluto nada / del hombre colectivo / ni de su
torva historia / de esclavitud y miedo, / tortura abominable / y estupidez
abyecta,…
El hombre
actual se siente cómodo en esa situación de semi-esclavitud. La falta de
racionamiento crítico le hace coformista; le hace parte de un engranaje inmenso
en donde las únicas formas de hacer constatar su rebeldía son muy limitadas,
apenas una manifestación electoral cada cierto tiempo.
Otra de las
preocupaciones esenciales de la poesía de Lombardo Duro es la que se mueve en
torno al silencio, el misticismo, entendido no como ejercicio religioso, sino
como ejercicio que se mueve alrededor de la creación poética, desvelar lo que
está escondido y hacerlo visible. Lo que está escondido en la obra de Lombardo
Duro no es una revelación divina, es la revelación de la Verdad, como
constructo que domina el mundo y que no es más que la constatación de la
existencia de una Verdad superior que es la Poesía como fin en sí misma. Poesía
entendida como creación. Actualmente, el ejercicio de la poesía es por sí mismo
un ejercicio revolucionario, la obra de Lombardo así lo demuestra. En “Silencio
hablado”:
Como podré escapar / de mi cuerpo en ruinas/ y mi silencio hablado, /
cuándo podré sobrevolar / las inmensas praderas / de un solo pensamiento exento/
de muerte y de locura.
Otra de las
influencias que puede verse en el espacio conceptual de Lombardo es la obra de
T.S. Eliot: La preocupación por una concepción del tiempo errónea que
entendemos desde Occidente y que no conduce más que a un acabamiento que
arrastra al hombre a ser una mota de polvo sin historia y sin materia, y, al
mismo tiempo, el convencimiento de que el hombre actual es producto del
desaforado condicionamiento que los regímenes modernos tratan de perpetuar
mediante un discurso en apariencia inocuo y de aspecto autosuficiente y feliz,
mientras el hombre se encamina hacia su
ruina, como hemos apuntado anteriormente, debido a que el discurso imperante
está diseñado para espíritus que nada tienen que ver con la libertad y el
individualismo bien entendidos, al menos no como el último romanticismo nos
enseñó. Estos conceptos pueden verse en Los
cuatro cuartetos y en La tierra
baldía. La epistemología y la cultura como herramienta para entender y
explicar el mundo o la salvación del hombre para Lombardo se establece en el
poema “Inventario”:
Escribe pronto / tu inminente resurrección / como si no hubiera un
mañana…Borra tu feroz extinción / y tu escritura negra. / Escribe lo inescrito.
Entiéndase
lo inescrito no como “lo que no se ha escrito”, sino como aquello que no se
puede escribir porque no se revela ni se desvela, es decir: la experiencia
inenarrable, el problema de los místicos
y que solo la experiencia (religioso)-poética es capaz de traducir
apenas con unas pocas palabras y con unas estructuras sintácticas insuficientes
a todas luces, ya que el lenguaje es una invención humana para la comunicación,
pero la poesía subvierte esos valores al enfrentarse a la creación, y cuando se
trata del misterio que reside más allá de lo visible, no hay sistema lingüístico
que pueda solucionar el problema, de ahí la cercanía con L. Wittgenstein cuando
afirmó en el Tractatus que los
límites hacia fuera del lenguaje son los límites por dentro del silencio y que
se verbaliza en el apartado 4.1212 de la obra citada: “ Lo que puede ser mostrado, no puede ser dicho.”
Ante la
desesperanza del que no puede engañar el sentimiento de decadencia, una especie
de ocaso del pensamiento y del sentimiento del hombre moderno, se produce una
risa sardónica, ya conocida en la literatura española desde antiguo, la sonrisa
que se formó en la España barroca, una época que también sufrió los ataques de
una crisis de valores generalizada en toda Europa y que Lombardo describe así
en “Risa rota”:
Vivo en el mundo, / pero no formo parte de él. / Escribo y río / contra
lo inexorable, / para olvidar la vida.
Por último,
la tercera parte del poemario, “Preludio de los besos” ofrece un ejercicio
estético en el que se conjuga un erotismo neoplatónico y una influencia mística
que viene a salvar la pesadumbre planteada por el autor en las dos partes
anteriores. Consciente de la dureza de su discurso, Lombardo nos muestra una
solución desde la dulzura. Un punto de anclaje que ponga una nota de ternura
ante tanta dureza y tanto material de derribo de la sociedad actual, sociedad
que conoce que los espacios de liberación están cada vez más constreñidos por
un poder desaforado y que olvida el papel fundamental del pueblo del que surge.
Entre otras
muestras de esta poesía amorosa, destaco:
Besar tus labios / es comprimir
la eternidad / gozar la incorruptible nada.
En
“Nocturno”.
O también:
Amor, bésame un poco / encendamos la dicha / de gozar nuestra piel / y
olvidarnos de todo, / hagamos de repente / que callen las palabras / y florezca el
silencio.
En
“Ráfaga”, un bello poema en heptasílabos que conjuga la experiencia amorosa, el
silencio, el límite entre lo escrito y lo que permanece callado.
En
definitiva, un gran poemario de un poeta que nos ha ayudado y nos sigue
ayudando en la educación sentimental e intelectual para varias generaciones de
poetas andaluces.
Joaquín
Fabrellas Jiménez
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