La poesía de Manuel Lombardo Duro. Inventario de nieve. Metropolisiana Editores, Sevilla. 2013.

La condensación poética sería uno de los rasgos más representativos de la poesía de Manuel Lombardo Duro. Una secreta música inimitable que esconde una revelación de lo que reside al otro lado: la poesía. La realidad no visible pero desvelada mediante el ejercicio de la reflexión y la lectura. La suya no es una poesía descriptiva sino enunciadora de una realidad muy cercana: el análisis crítico de lo que nos envuelve pero permanece cerrado para muchos, de ahí que su poesía sea de un marcado carácter nihilista, demoledor, porque apunta a los frágiles cimientos de esta mal llamada comunidad del bienestar, algo que los medios de comunicación y los políticos "a la violeta" se empeñan en demostrar de una manera histriónica.
Ante el discurso grandilocuente y crepuscular de esta sociedad mal confeccionada, la poesía de Lombardo se nos ofrece como un anclaje diáfano ante el vacío intelectual de una sociedad que carece de asideros culturales si no son los de un consumo desmedido y una brutalidad pasmosa y embrutecedora.
Su poesía, Lombardo así lo entiende, surge de lo inefable, de lo inenarrable, de lo que no se puede decir si no es de mala manera, como hizo san Juan y su famosa "cortedad en el decir". Lombardo concibe, no desde el correlato religioso, la poesía como un hecho de revelación, en lugar de Dios, lo que se revela en su poesía es la realidad misma, hiriente y confusa. Es un ejercicio epistemológico donde la sustancia no es el cuerpo o el verbo divino, sino esa realidad que tratamos de entender desde lo sensible y que no se percibe completamente.
Las posibilidades y las capacidades de lo discursivo, los límites de la palabra y del significado en la poesía. El silencio como límite de la poesía y de la creación. La escritura poética como forma de rebelarse ante el mundo, lo poético como forma de silencio, el antidiscurso, o lo antipoético, son algunos de los conceptos en que me hace pensar la obra de Lombardo. Depuración y estilo: una poesía cercana a la máxima o al aforismo, en el caso de Lombardo, la reflexión se produce en lo poético, en la palabra preñada de significado. El problema y la solución se nos ofrecen en la poesía de Lombardo, ya que, como decía Witgenstein: "no hay problemas matemáticos o filosóficos, solo problemas lingüísticos". Su poesía encierra filosofía, pensamiento y poesía y de ese triple equilibrio surge su inigualable magia al leer sus versos.
Y, por último, el nihilismo del que procede su obra, entroncando ya en Nietzsche, o en una visión remozada de Nietzsche que nos ofrece el filósofo francés Albert Camus, como "hombre rebelde", el que no se conforma ante la mediocridad imperante. Un discurso que también se puede rastrear en los textos de E. Cioran y el recurso del desasosiego como muestra de que este mal construido universo no funciona: la rebeldía en los textos que es una de las insignias en la poética de Lombardo Duro, un rebelde tranquilo y continuo, una poesía necesaria en estos días grises.

La condensación poética sería uno de los rasgos más representativos de la poesía de Manuel Lombardo Duro. Una secreta música inimitable que esconde una revelación de lo que reside al otro lado: la poesía. La realidad no visible pero desvelada mediante el ejercicio de la reflexión y la lectura. La suya no es una poesía descriptiva sino enunciadora de una realidad muy cercana: el análisis crítico de lo que nos envuelve pero permanece cerrado para muchos, de ahí que su poesía sea de un marcado carácter nihilista, demoledor, porque apunta a los frágiles cimientos de esta mal llamada comunidad del bienestar, algo que los medios de comunicación y los políticos "a la violeta" se empeñan en demostrar de una manera histriónica.
Ante el discurso grandilocuente y crepuscular de esta sociedad mal confeccionada, la poesía de Lombardo se nos ofrece como un anclaje diáfano ante el vacío intelectual de una sociedad que carece de asideros culturales si no son los de un consumo desmedido y una brutalidad pasmosa y embrutecedora.
Su poesía, Lombardo así lo entiende, surge de lo inefable, de lo inenarrable, de lo que no se puede decir si no es de mala manera, como hizo san Juan y su famosa "cortedad en el decir". Lombardo concibe, no desde el correlato religioso, la poesía como un hecho de revelación, en lugar de Dios, lo que se revela en su poesía es la realidad misma, hiriente y confusa. Es un ejercicio epistemológico donde la sustancia no es el cuerpo o el verbo divino, sino esa realidad que tratamos de entender desde lo sensible y que no se percibe completamente.
Las posibilidades y las capacidades de lo discursivo, los límites de la palabra y del significado en la poesía. El silencio como límite de la poesía y de la creación. La escritura poética como forma de rebelarse ante el mundo, lo poético como forma de silencio, el antidiscurso, o lo antipoético, son algunos de los conceptos en que me hace pensar la obra de Lombardo. Depuración y estilo: una poesía cercana a la máxima o al aforismo, en el caso de Lombardo, la reflexión se produce en lo poético, en la palabra preñada de significado. El problema y la solución se nos ofrecen en la poesía de Lombardo, ya que, como decía Witgenstein: "no hay problemas matemáticos o filosóficos, solo problemas lingüísticos". Su poesía encierra filosofía, pensamiento y poesía y de ese triple equilibrio surge su inigualable magia al leer sus versos.
Y, por último, el nihilismo del que procede su obra, entroncando ya en Nietzsche, o en una visión remozada de Nietzsche que nos ofrece el filósofo francés Albert Camus, como "hombre rebelde", el que no se conforma ante la mediocridad imperante. Un discurso que también se puede rastrear en los textos de E. Cioran y el recurso del desasosiego como muestra de que este mal construido universo no funciona: la rebeldía en los textos que es una de las insignias en la poética de Lombardo Duro, un rebelde tranquilo y continuo, una poesía necesaria en estos días grises.
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