Finalmusik. Justo Navarro. Anagrama. Barcelona. 2007.
Me refugio en los clásicos. Confieren una enorme seguridad: estilística y sentimental. Te protegen además de la mediocridad circundante, ahora que vuelven a fallarse premios de distinta entidad. Hace mucho decidí no presentarme a ningún premio, como decía mi querido José Viñals: los premios prostituyen, y no sigo, cada cual...
Mis últimas lecturas han sido: El señor, y lo demás, son cuentos, del Leopoldo "Alas" Clarín, y por cuestiones laborales, Gustavo Adolfo Bécquer, Cartas desde mi celda, los artículos para el periódico El Confidencial que Bécquer envió desde su retiro en Veruela, sin más rodeos, una auténtica joya estilística, a pesar de que, para el lector actual medio, ese ser al que le imponen lo que tiene que leer y se pierde en estupideces comerciales de poco calado, puede parecer una lectura anticuada, y es que falta sensibilidad histórica para enfrentar la lectura, pero la lectura como bien espiritual; no creo que haya mucha bondad espiritual, o estilística, en Cincuenta sombras de Grey, una auténtica chorrada para porno-marujas que reproduce modelos falocéntricos que bien gustan a un público femenino que ha entendido mal la liberación de la mujer.
Por eso, encuentro un auténtico placer estético en la lectura de libros como Finalmusik, de Justo Navarro, publicado hace ya siete años. A pesar de las difultades inherentes al hecho de ser escritor y vivir de ello, la escritura de Navarro no se doblega a los dictados de las grandes editoriales, Finalmusik no es una novela comercial, es una novela de índole falsamente personal pero que recuerda mucho al autor real: el personaje central de la narración es un traductor que vive en Roma una extraña historia de amor, unos días antes de volver a su Granada natal, mientras ajusta su vida sentimental en una Roma que trastea entre la corrupción política y la religiosa, si es que no son parte de lo mismo, o exactamente lo mismo, en un país tan falsamente católico como Italia, que es capaz de firmar una ley que impida la ayuda a un barco cargado de inmigrantes y que tarda meses en firmar una ley contra los malos tratos a las mujeres. Filisteos.
Destaca en la narración de Finalmusik un recurso que me ha impresionado, algo que podemos denominar como un desdoblamiento especular, enfrentar la trama de la historia y recordar los elementos de los que ha surgido o a los que puede invocar su lectura. En la página 61 hay un buen ejemplo de ello: la historia contada por el narrador refiere a otra historia, y esta, a su vez, a otra y a otra en una vertiginosa referencia cultural continua, que se halla en todo el libro. Aquí nos introduce un personaje de la trama, una profesora de Universidad que estudia la decoración en las cajas de cerillas, o los asesinatos en las novelas de Agatha Christie, la obra de Simenon o el avance del sufragio femenino.
Este recurso vuelve a ocurrir en toda la novela, en una especie de transmutación continua de la trama argumental en, por ejemplo, una película de Kubrik; no es solo una referencia, es que Justo Navarro tiene la capacidad de contar la historia que ha creado mediante elementos culturales que introduce muy sabiamente en el transcurso del relato, como por ejemplo la obra del escritor italiano Trenti, obra que el personaje de Finalmusik está traduciendo: Gialla neve, lo que da lugar a otra larga serie de productiva reciprocidad estética y artística, ya que nos introduce en la historia, primero sugiriéndola, y, más adelante, reproduciéndola hasta tal punto que el lector ya no sabe,( se embriaga), si está leyendo Finalmusik de Justo Navarro o Gialla Neve, del escritor italiano Trenti, base y pieza fundamental de la historia argumental de la narración. la novela de Trenti recuerda a la gran obra de Chesterton: El asesinato considerado como una de las bellas artes, de Thomas de Quincey, una delicatessen estilística y argumental que habla de los asesinatos cometifdos en grandes momentos históricos y que han pasado desapercibidos para la Historia, que es poco sutil, ya que ha sido escrita de la mano cercana a los poderosos. Trenti es un elemento externo de la narracioón para convertirse en ua parte fundamental de la historia de Navarro. En un segundo nivel, la obra de Trenti, desde el mismo título nos ofrece un problema de traducción; Navarro juega con los espejos, nos deslumbra de manera genial, como en el magnífico plano final de Sed de mal, la escena de los espejos, en los que el espectador ya no sabe que está contemplando y qué personaje es real y cuál no lo es.
Esta recursividad de la historia, este no saber qué parte define las líneas temáticas de la trama, no entorpece, todo lo contrario, ya que los elementos se superponen para ofrecernos un final que se va acumulando de otros finales a los que hemos asitido a lo largo de la novela. Es toda una valentía léxica, sintáctica, de estilo apurado y certero, lo que da como resultado una gran novela en tiempos tan mediocres de la narrativa actual.
Finalmusik es una historia que abre la puerta a otra historia, y así sucesivamente, los críticos lo llaman mise en abyme, pero es que no es solo eso, yo creo que define ese recurso ya utilizado en narraciones como Las mil y una noches, el Decamerón, o la célebre historia de nuestro hidalgo más universal.
Navarro se basa en diferentes lenguajes: el cine, la novela negra, la poesía, no hay que olvidar que Navarro es también un gran poeta , y esa influencia se aprecia en el uso aséptico y casi quirúrigico de los adjetivos, es como si Navarro se estuviera traduciendo a sí mismo, desde ese gran texto que es la gran novela que está escribiendo continuamente. Su aportación a la narrativa actual es enorme y será reconocido con el tiempo, como siempre ocurre con los grandes autores.
Este recurso se puede ver en otras obras de Navarro, en particular en F., donde nos cuenta una historia, que es otra historia muy diferente: la teoría de los espejos, esos espejos que nos reflejan hasta un dudoso infinito de la misma imagen de nostros mismos, pero eso tendrá lugar en otro momento.
Joaquín Fabrellas
Me refugio en los clásicos. Confieren una enorme seguridad: estilística y sentimental. Te protegen además de la mediocridad circundante, ahora que vuelven a fallarse premios de distinta entidad. Hace mucho decidí no presentarme a ningún premio, como decía mi querido José Viñals: los premios prostituyen, y no sigo, cada cual...
Mis últimas lecturas han sido: El señor, y lo demás, son cuentos, del Leopoldo "Alas" Clarín, y por cuestiones laborales, Gustavo Adolfo Bécquer, Cartas desde mi celda, los artículos para el periódico El Confidencial que Bécquer envió desde su retiro en Veruela, sin más rodeos, una auténtica joya estilística, a pesar de que, para el lector actual medio, ese ser al que le imponen lo que tiene que leer y se pierde en estupideces comerciales de poco calado, puede parecer una lectura anticuada, y es que falta sensibilidad histórica para enfrentar la lectura, pero la lectura como bien espiritual; no creo que haya mucha bondad espiritual, o estilística, en Cincuenta sombras de Grey, una auténtica chorrada para porno-marujas que reproduce modelos falocéntricos que bien gustan a un público femenino que ha entendido mal la liberación de la mujer.
Por eso, encuentro un auténtico placer estético en la lectura de libros como Finalmusik, de Justo Navarro, publicado hace ya siete años. A pesar de las difultades inherentes al hecho de ser escritor y vivir de ello, la escritura de Navarro no se doblega a los dictados de las grandes editoriales, Finalmusik no es una novela comercial, es una novela de índole falsamente personal pero que recuerda mucho al autor real: el personaje central de la narración es un traductor que vive en Roma una extraña historia de amor, unos días antes de volver a su Granada natal, mientras ajusta su vida sentimental en una Roma que trastea entre la corrupción política y la religiosa, si es que no son parte de lo mismo, o exactamente lo mismo, en un país tan falsamente católico como Italia, que es capaz de firmar una ley que impida la ayuda a un barco cargado de inmigrantes y que tarda meses en firmar una ley contra los malos tratos a las mujeres. Filisteos.
Destaca en la narración de Finalmusik un recurso que me ha impresionado, algo que podemos denominar como un desdoblamiento especular, enfrentar la trama de la historia y recordar los elementos de los que ha surgido o a los que puede invocar su lectura. En la página 61 hay un buen ejemplo de ello: la historia contada por el narrador refiere a otra historia, y esta, a su vez, a otra y a otra en una vertiginosa referencia cultural continua, que se halla en todo el libro. Aquí nos introduce un personaje de la trama, una profesora de Universidad que estudia la decoración en las cajas de cerillas, o los asesinatos en las novelas de Agatha Christie, la obra de Simenon o el avance del sufragio femenino.
Este recurso vuelve a ocurrir en toda la novela, en una especie de transmutación continua de la trama argumental en, por ejemplo, una película de Kubrik; no es solo una referencia, es que Justo Navarro tiene la capacidad de contar la historia que ha creado mediante elementos culturales que introduce muy sabiamente en el transcurso del relato, como por ejemplo la obra del escritor italiano Trenti, obra que el personaje de Finalmusik está traduciendo: Gialla neve, lo que da lugar a otra larga serie de productiva reciprocidad estética y artística, ya que nos introduce en la historia, primero sugiriéndola, y, más adelante, reproduciéndola hasta tal punto que el lector ya no sabe,( se embriaga), si está leyendo Finalmusik de Justo Navarro o Gialla Neve, del escritor italiano Trenti, base y pieza fundamental de la historia argumental de la narración. la novela de Trenti recuerda a la gran obra de Chesterton: El asesinato considerado como una de las bellas artes, de Thomas de Quincey, una delicatessen estilística y argumental que habla de los asesinatos cometifdos en grandes momentos históricos y que han pasado desapercibidos para la Historia, que es poco sutil, ya que ha sido escrita de la mano cercana a los poderosos. Trenti es un elemento externo de la narracioón para convertirse en ua parte fundamental de la historia de Navarro. En un segundo nivel, la obra de Trenti, desde el mismo título nos ofrece un problema de traducción; Navarro juega con los espejos, nos deslumbra de manera genial, como en el magnífico plano final de Sed de mal, la escena de los espejos, en los que el espectador ya no sabe que está contemplando y qué personaje es real y cuál no lo es.
Esta recursividad de la historia, este no saber qué parte define las líneas temáticas de la trama, no entorpece, todo lo contrario, ya que los elementos se superponen para ofrecernos un final que se va acumulando de otros finales a los que hemos asitido a lo largo de la novela. Es toda una valentía léxica, sintáctica, de estilo apurado y certero, lo que da como resultado una gran novela en tiempos tan mediocres de la narrativa actual.
Finalmusik es una historia que abre la puerta a otra historia, y así sucesivamente, los críticos lo llaman mise en abyme, pero es que no es solo eso, yo creo que define ese recurso ya utilizado en narraciones como Las mil y una noches, el Decamerón, o la célebre historia de nuestro hidalgo más universal.
Navarro se basa en diferentes lenguajes: el cine, la novela negra, la poesía, no hay que olvidar que Navarro es también un gran poeta , y esa influencia se aprecia en el uso aséptico y casi quirúrigico de los adjetivos, es como si Navarro se estuviera traduciendo a sí mismo, desde ese gran texto que es la gran novela que está escribiendo continuamente. Su aportación a la narrativa actual es enorme y será reconocido con el tiempo, como siempre ocurre con los grandes autores.
Este recurso se puede ver en otras obras de Navarro, en particular en F., donde nos cuenta una historia, que es otra historia muy diferente: la teoría de los espejos, esos espejos que nos reflejan hasta un dudoso infinito de la misma imagen de nostros mismos, pero eso tendrá lugar en otro momento.
Joaquín Fabrellas
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