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Tirano Banderas. Ramón María del Valle-Inclán. Austral Básicos. Barcelona. 2012.
Joaquín Fabrellas Jiménez

No ha sido suficientemente estudiada la influencia de esta gran obra de Valle en el mundo de la literatura hispanoamericana, quizá por la línea de autosuficiencia y autoafirmación promovida por las diferentes literaturas nacionales que eclosionaron a lo largo del siglo XIX tras la explosión de las diferentes revoluciones emancipadoras: la americana y la francesa; la primera produjo la segregación de la que iba a ser llamada la primera gran potencia mundial, y, la segunda, la francesa, que cambiaría el rostro al modo de concebir la política mundial, la que acaba de forma efectiva con antiguas cadenas feudales, abriendo la puerta a este fenómeno que conocemos como globalización, ya que, las independencias americanas tuvieron mucho que ver con ambos fenómenos y con una abierta rivalidad con la opresora e imperialista, y por qué no añadir, maltrecha España, que estaba pagando muy caro, una política externa de cuatro siglos de batallas y componendas por expandir, no el español, o la cultura española, eso ocurrió por casualidad, sino por un afán expansivo de la religión católica.

Los virreinatos americanos habían llegado a un nivel de autosuficiencia en el cual, la antigua relación con España se convertía en una pérfida y desigual relación de intereses en los que los impuestos americanos sufragaban las angostadas arcas de un país deficitario a lo largo del XVIII y todo el XIX. Las familias oligárquicas designadas in péctore por los propios reyes y validos en función del grado de adhesiones y servilismos de una decadente aristocracia que exportaría estos mismos modelos decadentes y caciquiles a una América cada vez más consciente, gracias a una Ilustración floreciente, véase El reino de este mundo o El siglo de las luces de Alejo Carpentier, que explican el fenómeno de implantación por parte de una burguesía ilustrada y sus afanes de idependencia económica y cultural. Esos dejes despóticos de la clase gobernante son los que van a llevar hasta la independencia a cada una de las naciones americanas, y son parte, como puede verse claramente en la obra de Valle: las tensas relaciones que se analizan en este libro entre los antiguos gobernantes españoles y la nueva dictadura de Santos Banderas, es una de las líneas vertebradoras de la narración.

La publicación de esta novela hace pesar en la aparición de las grandes obras latinoamericanas del siglo XX, con la excepción de las grandes obras nacionales, estoy pensando en diferentes obras como el Martín Fierro, la excelente novela venezolana Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, que enfrenta los problemas esenciales de una Suramérica mítica, nueva, que celebra los albores de una recién inventada independencia y la tan traída y llevada civilización frente a barbarie; Los de abajo, de Azuela, sobre la revolución mexicana, publicada ya en 1916, son los hitos en el camino, toda vez que el Romanticismo americano abogaba por la exportación de los modelos europeos a la literatura americana, o véase Amalia, del argentino José Mármol. O, Clorinda Matto de Turner, sabedores de su pertenencia a la elite burguesa y dependientes ideológicamente de Europa.

En ese estado de la cuestión aparece esta novela crucial en la historia de la literatura española e hispanoamericana. Tirano Banderas es una novela extraña para el 98, se trata el tema de España, sí, de una maltrecha España que apenas sabe negociar sus intereses adquiridos en una nueva América que quiere empezar a andar sola. Una vieja España que gestiona mal su influencia en el nuevo cuadro de intereses sudamericano, cuya presencia es más testimonial y molesta para los nuevos mandamases que han aprendido de la madre patria esas inercias coercitivas que se desarrollarán hasta bien entrado el siglo XX y que se seguirán reproduciendo en este siglo XXI en las leves dictaduras de carácter populista que recorren América Latina. Sin embargo, la novela se inserta de forma sorprendente en el mundo hispánico, no solo por el lenguaje, una suerte de koiné de términos usados a lo largo de todos los países hispanoamericanos, sino en cuanto a la forma del tratamiento crítico de la dictadura de Santos Banderas, una figura reducida a una nimia caricatura feroz de los dictadores sudamericanos, quizá recuerdo cercano de ese dictador español que gobernaba a la sazón en España, Primo de Rivera, cuando salió publicada la novela de Valle.

Tirano Banderas pertenece más a la literatura sudamericana que a la española, toda vez que las trazas de seguimiento literario en España así lo demuestran: los escritores españoles no siguieron esa línea, o, dicho de otra forma, ningún escritor español de los primeros veinticinco años del siglo XX fue capaz de continuar una línea tan crítica de un tema tan espinoso como el del traspaso de poder de la colonia a las nuevas oligarquías hispanoamericanas, y ese fue el éxito de Valle, fue consciente de que ese gran problema era una cuestión heredada de antaño, desde la malograda y forzada conquista americana, por lo tanto, se puede considerar una novela de la tierra, que trata de dar soluciones desde la conceptualización de la propia novela. El pueblo sufre siempre los desmanes de un poder impío, sin importar la pérdida de  la dignidad humana mientras se consiga el poder en las diferentes maniobras de origen maquiavélico que se ofrecen en la novela en la perpetuación del poder y sus apoyos formales.

Novela insertada en la literatura hispanoamericana, no solo en el leguaje, en los modismos, el vocabulario, giros sintácticos americanos, indigenismos, así como sufijos propios de estos lares que no voy a analizar debido a que el carácter de este artículo no es el lenguaje, sino la influencia de Tirano Banderas en la literatura del otro lado del Atlántico. Influencia que puede verse en el mismo punto de partida de la novela, el desarrollo en esa tierra inventada: Santa Fe de Tierra Firme, que serviría para el planteamiento inicial de los autores del Boom: Macondo, Comala, Santa María, etc. , que quizá deban más a la obra de Valle que a la obra de Faulkner y la creaciónde ese lugar mítico: Yoknapatawpha, que aparecería por primera vez en Sartoris, publicada en 1929, ya que la novela de Valle apareció en 1926. Otra de las influencias que se obvió en el momento de cristalización de las jóvenes literaturas americanas modernas.
La necesidad de enunciación de un Nuevo mundo nuevo, la necesidad de poner por escrito todo lo vivido pero fuera de la visión colonial, todo desde un punto de vista endémico que empiece a dar soluciones propias a unos problemas  propios aunque heredados de la Metrópoli. Literatura para un nuevo mundo con una nueva visión, una visión que tan solo podía haber sido ofrecida por un genio literario capaz de fusionar de forma magistral vanguardia, tradición e innovación en este texto universal.

Joaquín Fabrellas

 

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