Perdónenme en mi insistencia, pero contemplo a diario en mis alumnos el fruto de la desidia institucional por parte de los gobiernos centrales y autonómicos hacia las celebraciones y efemérides, y como en España somos muy dados al exceso, cuando "hay" que celebrar un acto tendemos a destrozar la figura que tuvo la desgracia de morir no sabemos cuántos siglos antes, sin saber tampoco muy bien ni lo que escribió ni lo que dijo o lo que pintó, pongo por caso. Y así nos va, filósofos de la talla de Belén Esteban o el preclaro Jorge Javier Vázquez arrasan, ya no importa tanto en las ventas de libros, sino que se imponen como modelo de comportamiento, modelo de emulación social, los romanos trataban de emular a los mejores en todos los aspectos, la educación, el deporte, la literatura...Tan alejado el modelo actual basado en la televisión y su brazo armado y verdadera piedra de toque de la manipulación social actual, la publicidad y su hermano menor, el cine, y digo menor entendiendo el cine comercial no como una obra artística sino como una extensión del merchandising más cruel y vulgarizador.
Si ya Eco nos avisaba y ponía en la pista, junto a Susan Sontag, sobre los peligros del Kitsch en la sociedad y su forma de moldear y deformar una realidad concreta, ahora el kitsch es un juego de niños, en especial, de niños grandes que han de comportarse como auténticos gilipollas en un puesto de trabajo con mayor o menor responsabilidad.
Esta sociedad corre el riesgo de convertirse en algo que nunca fue, en algo que no formaba parte de su sustrato cultural, esta sociedad se ha globalizado por fuera sin tener en cuenta que por dentro sigue habiendo unas inercias que son las que nos moldeaban; véase el lenguaje sin ir más lejos, jamás ha interesado tanto el inglés como ahora y jamás se le ha tratado tan mal como ahora, partiendo desde unos modelos educativos supuestamente bilingües que poco tienen que ver con el bilingüismo ni con la inmersión que son los dos apoyos naturales que tiene un modelo bilingüe para establecerse, además de tener a un profesorado suficientemente preparado y competente en el idioma que se pretende enseñar. Se maltrata al idioma a diario y en especial desde los medios de comunicación.
De todas formas, qué importa el lenguaje: cuanto menor sea tu lenguaje menor será tu capacidad de comprensión, ergo, tu capacidad de entender el mundo será mucho menor, llámenlo lectura, cultura, conocimiento o como quieran pero nuestros planes de estudios fracasan entre la obligatoriedad y la abundancia de alumnos en nuestras aulas, verdadero problema del sistema educativo español y no debido a la cantidad de actividades que un docente envía al adolescente. El peligro está en que la madre hace las actividades al niño y por ende no tiene tiempo para desarrollar su trabajo y ayudar a su hijo, efecto: caza al docente, no sabe lo que hace.
Pero quería hablar de la celebración de la muerte de Cervantes, como hago casi todos los años y digo lo mismo: a Cervantes nadie lo va a leer más por celebrar el cuarto centenario de su muerte, va a pasar como cuando se publicó el Quijote, el público lo entendió como un libro humorístico que es como se entienden todas las cosas en España, nos reímos de todo aquello que no comprendemos, el español es así con la risa despectiva en nuestros labios; entonces, ¿de qué sirve que el gobierno no haya celebrado estos cuatrocientos años desde que muriera el complutense, ese que ayudó a formar nuestra historia literaria, cultural y sentimental, ese que combatió en una guerra decisiva para nuestra historia?
¿A quién le interesará su obra?, su legado cultural, esa expresión tan denostada en España, además de ser un señor que escribía libros y lo que es peor, en un castellano anticuado e incomprensible para la mayoría de los españoles que no ha leído el libro y no lo va a hacer, cada cual, por supuesto es libre, faltaría más, pero hemos caído en las redes del facilismo ideológico: que piensen por mí, lo que es mucho más cómodo para una esclerotizada clase política que prefiere a los indiferentes que lo mismo votan a un partido o se compran un móvil de última generación, porque al fin y al cabo todo es un producto, todo es un enorme bazar.
Sépanlo o bórrenlo de su disco duro, de su más íntima sentimentalidad, el próximo 23 de abril Cervantes morirá una vez más en nuestras manos y en nuestras palabras, quizá ya sea demasiado tarde, compruébenlo ustedes mismos.
Joaquín Fabrellas
Si ya Eco nos avisaba y ponía en la pista, junto a Susan Sontag, sobre los peligros del Kitsch en la sociedad y su forma de moldear y deformar una realidad concreta, ahora el kitsch es un juego de niños, en especial, de niños grandes que han de comportarse como auténticos gilipollas en un puesto de trabajo con mayor o menor responsabilidad.
Esta sociedad corre el riesgo de convertirse en algo que nunca fue, en algo que no formaba parte de su sustrato cultural, esta sociedad se ha globalizado por fuera sin tener en cuenta que por dentro sigue habiendo unas inercias que son las que nos moldeaban; véase el lenguaje sin ir más lejos, jamás ha interesado tanto el inglés como ahora y jamás se le ha tratado tan mal como ahora, partiendo desde unos modelos educativos supuestamente bilingües que poco tienen que ver con el bilingüismo ni con la inmersión que son los dos apoyos naturales que tiene un modelo bilingüe para establecerse, además de tener a un profesorado suficientemente preparado y competente en el idioma que se pretende enseñar. Se maltrata al idioma a diario y en especial desde los medios de comunicación.
De todas formas, qué importa el lenguaje: cuanto menor sea tu lenguaje menor será tu capacidad de comprensión, ergo, tu capacidad de entender el mundo será mucho menor, llámenlo lectura, cultura, conocimiento o como quieran pero nuestros planes de estudios fracasan entre la obligatoriedad y la abundancia de alumnos en nuestras aulas, verdadero problema del sistema educativo español y no debido a la cantidad de actividades que un docente envía al adolescente. El peligro está en que la madre hace las actividades al niño y por ende no tiene tiempo para desarrollar su trabajo y ayudar a su hijo, efecto: caza al docente, no sabe lo que hace.
Pero quería hablar de la celebración de la muerte de Cervantes, como hago casi todos los años y digo lo mismo: a Cervantes nadie lo va a leer más por celebrar el cuarto centenario de su muerte, va a pasar como cuando se publicó el Quijote, el público lo entendió como un libro humorístico que es como se entienden todas las cosas en España, nos reímos de todo aquello que no comprendemos, el español es así con la risa despectiva en nuestros labios; entonces, ¿de qué sirve que el gobierno no haya celebrado estos cuatrocientos años desde que muriera el complutense, ese que ayudó a formar nuestra historia literaria, cultural y sentimental, ese que combatió en una guerra decisiva para nuestra historia?
¿A quién le interesará su obra?, su legado cultural, esa expresión tan denostada en España, además de ser un señor que escribía libros y lo que es peor, en un castellano anticuado e incomprensible para la mayoría de los españoles que no ha leído el libro y no lo va a hacer, cada cual, por supuesto es libre, faltaría más, pero hemos caído en las redes del facilismo ideológico: que piensen por mí, lo que es mucho más cómodo para una esclerotizada clase política que prefiere a los indiferentes que lo mismo votan a un partido o se compran un móvil de última generación, porque al fin y al cabo todo es un producto, todo es un enorme bazar.
Sépanlo o bórrenlo de su disco duro, de su más íntima sentimentalidad, el próximo 23 de abril Cervantes morirá una vez más en nuestras manos y en nuestras palabras, quizá ya sea demasiado tarde, compruébenlo ustedes mismos.
Joaquín Fabrellas
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