Escribo una y muchas veces el mismo poema
cada poema es un tachón del anterior
cada texto es bajar más en el abismo
es reconocer la lucha
contra mi yo más imperfecto
pero siempre gana el poema:
la realidad infinita de la palabra,
su negación.
Mientras desaparezco inagotable
en la continua destrucción de la letra,
el poema siempre nacerá solo,
destruyéndome
y despojando al tiempo
de su vuelta al comienzo
donde coincidimos de nuevo
el poema y mi incertidumbre
de no saber quién escribe a quién.
Texto: Joaquín Fabrellas
¡Ay, los remites olvidados!
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