Huéspedes imposibles, Joaquín Fabrellas, editorial BuboK, 2013.
El cuento es un género noble, es un duelo. El autor se enfrenta a su idea, a su obsesión, la reta, ambos luchan por sacar adelante parte de sí mismo: el relato quiere ser más, quiere tener cuerpo, más cuerpo, más historia, más personajes y desarrollo; el autor, sin embargo acota esa idea, la limita, le da forma no dejando que se haga grande, cerrando puertas, vías de escape, reduciendo personajes, situaciones, quitando palabras como en un poema; buscando el fogonazo final. Eso no lo sabe el cuento. La mutilación a la que está destinado. Sirve al autor para desarrollar su técnica, su estilo. Para escribir cuentos es preciso un bisturí; Huidobro lo dijo para la poesía, pero el adjetivo cuando no da vida, mata. Hay un equilibrio muy frágil entre un buen cuento y un cuento farragoso o predecible, a veces, es tan solo una palabra, una palabra que delata, que predice el resultado de esa sutil ecuación que es el cuento; una alquimia que convierte un magma semántico ingente en un buen coñac.
En este ejemplo de cuentística planean los grandes nombres del género narrativo, nombres que también obsesionaron al autor en algún momento determinado de su educación sentimental: Hablar de Borges es un deber, su fría y aséptica capacidad de crear mundos alternativos donde la lógica se convierte en literatura, el sueño en dictado moral y la palabra en poder creativo puro, hacen sentirse a cualquiera que pretenda escribir este poco dócil género como un aprendiz. Los cuentos más breves reciben esa herencia de Borges, así como la de Monterrosso y su resolución inigualable para resolver situaciones muy complejas en pocas palabras.
En cuanto a los temas tratados por el autor en Huéspedes imposibles , son una variada muestra de sus inquietudes: el reencuentro amoroso de un anónimo personaje con una antigua amada le sirve al autor para hacer una reflexión sobre la vida, la felicidad, la rutina misteriosa que te cubre poco a poco sin darte cuenta. De hecho, este tema se repite en otros relatos del libro como metáfora del paso del tiempo y la idealización neoplatónica procedente de los temas poéticos.
En los cuentos más extensos se tratan diversos temas, por ejemplo, en "El peso del humo", el encuentro de Antonio Machado y Lorca en Baeza , cuando este último era un estudiante y el hipotético hallazgo de un joven estudiante de doctorado de parte de un diario de Machado en la pensión baezana donde residió durante años.
En "Cuento de mí mismo", el autor hace una reflexión especular y metafórica sobre su propia existencia y el alcance de la propia literatura. Una metáfora de la creación y la capacidad de la literatura de superar al mismo escritor.
En definitiva, este volumen de relatos cortos es una excelente muestra del quehacer literario de Joaquín Fabrellas que investiga en cada historia los límites creativos e introspectivos del autor, de la persona, el azar que dirige misterioso los parámetros vitales de todos. Leer este volumen es leer el diario íntimo de cada uno de nosotros, ese que nadie ha escrito pero en el que todos nos reconocemos.
El cuento es un género noble, es un duelo. El autor se enfrenta a su idea, a su obsesión, la reta, ambos luchan por sacar adelante parte de sí mismo: el relato quiere ser más, quiere tener cuerpo, más cuerpo, más historia, más personajes y desarrollo; el autor, sin embargo acota esa idea, la limita, le da forma no dejando que se haga grande, cerrando puertas, vías de escape, reduciendo personajes, situaciones, quitando palabras como en un poema; buscando el fogonazo final. Eso no lo sabe el cuento. La mutilación a la que está destinado. Sirve al autor para desarrollar su técnica, su estilo. Para escribir cuentos es preciso un bisturí; Huidobro lo dijo para la poesía, pero el adjetivo cuando no da vida, mata. Hay un equilibrio muy frágil entre un buen cuento y un cuento farragoso o predecible, a veces, es tan solo una palabra, una palabra que delata, que predice el resultado de esa sutil ecuación que es el cuento; una alquimia que convierte un magma semántico ingente en un buen coñac.
En este ejemplo de cuentística planean los grandes nombres del género narrativo, nombres que también obsesionaron al autor en algún momento determinado de su educación sentimental: Hablar de Borges es un deber, su fría y aséptica capacidad de crear mundos alternativos donde la lógica se convierte en literatura, el sueño en dictado moral y la palabra en poder creativo puro, hacen sentirse a cualquiera que pretenda escribir este poco dócil género como un aprendiz. Los cuentos más breves reciben esa herencia de Borges, así como la de Monterrosso y su resolución inigualable para resolver situaciones muy complejas en pocas palabras.
En cuanto a los temas tratados por el autor en Huéspedes imposibles , son una variada muestra de sus inquietudes: el reencuentro amoroso de un anónimo personaje con una antigua amada le sirve al autor para hacer una reflexión sobre la vida, la felicidad, la rutina misteriosa que te cubre poco a poco sin darte cuenta. De hecho, este tema se repite en otros relatos del libro como metáfora del paso del tiempo y la idealización neoplatónica procedente de los temas poéticos.
En los cuentos más extensos se tratan diversos temas, por ejemplo, en "El peso del humo", el encuentro de Antonio Machado y Lorca en Baeza , cuando este último era un estudiante y el hipotético hallazgo de un joven estudiante de doctorado de parte de un diario de Machado en la pensión baezana donde residió durante años.
En "Cuento de mí mismo", el autor hace una reflexión especular y metafórica sobre su propia existencia y el alcance de la propia literatura. Una metáfora de la creación y la capacidad de la literatura de superar al mismo escritor.
En definitiva, este volumen de relatos cortos es una excelente muestra del quehacer literario de Joaquín Fabrellas que investiga en cada historia los límites creativos e introspectivos del autor, de la persona, el azar que dirige misterioso los parámetros vitales de todos. Leer este volumen es leer el diario íntimo de cada uno de nosotros, ese que nadie ha escrito pero en el que todos nos reconocemos.
Huéspedes imposibles me ha encantado Joaquín. De verdad que ha sido para mí una sorpresa enorme, no esperaba algo así.En algunos momentos me he emocionado un montón.Gracias
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